Algunos dicen y argumentan que el porque de la evolución sicológica y mental del hombre debe mucho al hecho de preguntarse la razón de las cosas, preguntas como su existencia, su presente o su destino han cambiado por completo lo que debería haber sido nuestra historia. Personalmente, creo que ciertas cosas en las que la sociedad ha decidido creer no son mas que respuestas a medias para apaciguar las dudas humanas, una de ellas la existencia de un Dios creador de todo lo que en la tierra habita; Mis conocimientos teológicos no son muy amplios y sinceramente pienso que nadie en el mundo está en facultad de comprobar o refutar la existencia de un ser como éste, por ello, Dios como ser verdadero o falso no será el siguiente tema a tratar.
Lo que se viene a continuación es una historia que para algunos puede ser propia, lo que hoy empezaré a contar, se centrara en lo que inicio con fe y terminó con decepción, en como a veces el entregarle la confianza a algo que no se conoce es tal vez el hecho mas inútil y emocionalmente peligroso al que el hombre ha llegado
- Si a ese ser que nos regula lo llamamos Dios, en el mundo hay miles de dioses, hasta el alcaide de esta cárcel sería Dios, no?
- ...
- ¿A quien le hablo? En esta celda solo me acompaña esa camara que me interroga sin hacerlo, con el encender y apagar de un Led rojo que durante 30 años será mi Dios
Afuera era raro, raro pero placentero, a veces, es bueno cuando la gente ve tu vida como una partida de ajedrez perfectamente controlada, y sin espacio para fallar, en ocasiones llena de orgullo el pecho saber que muchos anhelarían una vida como la tuya, mucho mas cuando por dentro sabes que el que en realidad quisiera vivir otra vida eres tú. No culpó a esa gente por percibir así mis días, los años habían trabajado muy bien, y las mentiras eran muy creíbles hasta el punto en el que ya no debía ni hablar para que creyeran que el dueño de la lejana vida perfecta era yo.
Esa vida que los demás creían que era mi manera natural de existir no era mas que una decena de capas de maquillaje para esconder lo que en realidad había dentro, no busco cuantificar mis problemas ni cualificar mis vacíos porque sé que en cualquier momento puede llegar alguien con una vida tan perturbada que a su lado, la mía sea un cuento para niños. Mis problemas no son el tema, pero antes de seguir quisiera aclarar que para mí eran tan importantes como haber construido dos décadas de vivencias falsas, fundamentadas en mentiras y heridas sin curar.
Nunca me interesó la lastima, por el contrario decidí transformar tanto las cosas hasta el punto en el que la pena se convirtiera en admiración; Sin embargo, necesitaba cierta ayuda para eso y vi la necesidad de empezar a creer en algo, con un interés en particular, dar respuestas a ciertas preguntas que me habían cuestionado toda la vida, para sanar ciertos vacíos que siempre habían necesitado una cura y para tal vez así hacer que lo que la gente veía en mi tomara importantes índices de veracidad. Empecé a creer en un Dios diferente al de la mayoría, el mío no controlaba mi destino, ni me obligaba a actuar para el prójimo, el mío había nacido para que ciertas cosas empezaran a tener sentido y respuesta y no fueran pensamientos al aire interesados en engañar a los demás, Todo desde ese momento fluyo muy bien hasta el punto en el que me convenciera a mi mismo de la sinceridad de mi vida, y mi historia empezará a parecer una pirámide alta y fuerte, sin posibilidad de destrucción.
Los años pasaron y las heridas se cubrieron tanto que casi llego a olvidarlas, todo era normal, ya ni siquiera debía esforzarme para que me creyeran y la confianza en mi Dios se incrementaba tanto que llegaba al punto de que ya mis días y mi bienestar tuvieran cierta dependencia vinculada a él.
Un día alguien que era para mi muy cercano compartió conmigo su mas reciente obsesión, una canción que había escuchado en un comercial de cereales que aparentemente era lo mas trivial del mundo, incluso la primera parte sedujo a mi subconsciente pues hablaba de perfección y libertad, de ser lo que se sueña sin importar la barrera y mucho mas. Hasta ahí todo bien, el problema llegó cuando la inofensiva canción de cereales coreo frases como “Poco a poco te dimos todo lo que soñaste… Poco a poco las ruedas de tu vida están cayendo lentamente” y como si fuera poco el coro iniciaba con esto: “Pero hoy mi Dios se levanto del lado equivocado de su cama”, la ultima frase trajo consigo un pequeño destelló que mis ojos percibieron, y un cercano recuerdo que mi mente rescató, lo que paso luego no fue una revelación, ni un despertar que dio mi vida, o por lo menos no quiero mostrarlo así, lo que siguió fue un detonante para que las causas de mis acciones pasadas combinadas con ciertos sucesos recientes desmoronaran la pirámide que antes se veía tan fuerte y de la que dependía la estabilidad de mi vida actual.
Como dije, lo que creía era mi vida empezó a desmoronarse, mi supuesto Dios no me había curado, es mas no existía ninguna mejoría desde que lo había aceptado como propio y su única obra había sido engañarme con un par de mentiras que hicieran que me sintiera pleno, esto desencadenó mucho, y las consecuencias me afectaron a mi y a los que me rodeaban, sin embargo, no creo estar en condiciones de juzgar lo que hice y tal vez por eso es que la ley me obliga a ser juzgado por alguien mas. El encierro para mi no ha sido castigo hasta ahora, pues no siento ninguna diferencia a lo que pasaba afuera, aquí lo hacen unos cuantos barrotes, afuera la encerrada era mi mente y los barrotes eran mi cuerpo, sinceramente creo que en vez de castigar lo que hice, han premiado lo que deje de hacer, pero bueno, quien soy yo para juzgar
“Marco es mi nombre” fue lo ultimo que le dije a la videocámara que Velazquez me había puesto enfrente luego de haberle contado a ese aparato casi todo sobre mi vida, cómo había llegado aquí, que tan dura había sido mi adaptación, y que quería hacer si algún día pudiera salir